LEY 20.920 (REP) - Certezas y dudas de su aplicación
Aprobada hace poco más de un año por el Congreso, la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP) aún no entra en vigencia, pero las empresas ya han comenzado a preparase para responder ante el nuevo escenario. “Paulatinamente, las empresas han ido tomando en cuenta la Ley 20.920, que establece el marco para la Gestión de Residuos, la Responsabilidad Extendida del Productor y Fomento al Reciclaje. Sin embargo, se encuentran a la espera de reglamentos para saber con claridad sus responsabilidades y marco normativo. En este contexto, es como algunas empresas han adelantado la contratación de gestores que les permitan garantizar la correcta disposición de los residuos regulados”, señala Raimundo Bordagorry, Docente del Centro de Energía y Desarrollo Sustentable de la Universidad Diego Portales.
No obstante este proceso de información y preparación para adaptarse y cumplir con la Ley, todavía existiría preocupación sobre la implementación de esta normativa en las empresas; en particular, sobre el proceso de catastro, las metas y los sistemas de gestión. A juicio de Andrea Cino, Jefe de Proyectos de Producción y Consumo Sustentable en Fundación Chile, esto puede ser por varios motivos. “Algunas de las inquietudes que hemos identificado se vinculan a la inseguridad sobre la confidencialidad de la información que se entrega; la falta de entendimiento sobre cómo reportar cuando surgen dudas -como quién se debe hacer cargo de los empaques secundarios y terciarios (retail o productor)-; o si es que están todos los envases de insumos interna cionales sujetos al requerimiento del catastro”, detalla. Este planteamiento también es abordado por Nicolás Bär, Director Ejecutivo de la Asociación de Industriales del Plástico (Asipla), quien reflexiona sobre los decretos que acompañarán esta ley y que definirán las acciones que deben realizarse. “Es importante que las metas de recolección queden claras. ¿Será por tipo de material? Por ejemplo, en el plástico existen diferentes tipos, y hemos tratado de impulsar que las metas sean diferenciadas, porque eso va determinar que los plásticos que sean más eficientes, desde el punto de vista medioambiental, sean los que van a permanecer. Asimismo, por ejemplo, si se define una meta muy alta respecto del PET, quizás de un 100%, va a ser muy difícil lograrla; entonces, la clave va a ser definir la meta adecuada por cada tipo de material” especifica Bär. No obstante lo anterior, los expertos concuerdan en la necesidad de una regulación en la materia, y también aprueban la manera en que se levantaron las necesidades de la normativa. De acuerdo a Andrea Cino, “antes de que se promulgara la ley, muchas empresas se habían agrupado en mesas de trabajo para generar información y analizar los potenciales impactos, capacidades y limitaciones de la industria, con el objetivo de que el Ministerio de Medioambiente tomara estas consideraciones en cuenta, además de organizarse y prepararse en conjunto para abordar los nuevos requisitos. Algunas de ellas son las mesas de Sofofa, CCS, ASACH, Amcham, Asipla y Cenem”.
Valoración de residuos
Una de las claves de la ley REP reside en la pretensión de valorar los residuos y que estos no terminen en vertederos. Según considera Bordagorry, “la ley efectivamente promueve la valorización, al establecer metas específicas de recolección y valorización. Por otro lado, al priorizar productos establece un claro incentivo a su valorización (aceites lubricantes, aparatos eléctricos y electrónicos, baterías, pilas, envases, embalajes y neumáticos)”. Por su parte Andrea Cino, complementa que hay claridad en que la ley obliga a las empresas a recuperar (o pagar por la recuperación) un porcentaje de los productos prioritarios que pone en el m e r c a d o . “Esto, implica otorgar valor a materiales -que de otra manera hubiesen sido desechados- ,con el fin de que puedan ser reutilizados, reciclados y/o valorizados energéticamente”. La profesional de Fundación Chile manifiesta, además, que “todo va a depender de cuánto le cueste a la empresa cada tipo de gestión, lo que puede ser determinado por los incentivos que imponga el Ministerio (por ejemplo, metas específicas para cada tipo de gestión) o el mercado de cada uno de los materiales”. En este sentido, Bär comenta que, en base a experiencias internacionales, uno de los pilares fundamentales de planes exitosos de recolección es la recolección diferenciada, a través de camiones recolectores diferenciados de materiales y de basura orgánica. “En una situación tal, la responsabilidad caería en las municipalidades. Se puede considerar algún tipo de subsidio u otro incentivo para que eso ocurra”, detalla. Por su parte, Andrea Cino destaca que “en la valoración también se debe considerar que hay materiales que hoy ya tienen un mercado de reciclaje -como el polietileno de alta densidad-, mientras que otros no tienen un mercado ni de reutilización ni de reciclaje, como el poliestireno. Para resolver este problema, la industria va a tener elegir entre crear nuevos modelos de logística y nuevos mercados de valorización o desplazar los materiales por otros que sean más fáciles de valorizar”.
Recolección y logística
Otra de las situaciones que surgen es la facilidad de tratar o recolectar ciertos materiales en comparación a otros. De acuerdo a informaciones emanadas del Ministerio del Medio Ambiente, “actualmente hay posibilidades de valorización para casi todo tipo de residuo de los productos prioritarios en nuestro país. Más o menos complejo, las tecnologías existen. No obstante, en algunos casos la cantidad de residuos generados en nuestro país sería demasiado limitada para poder iniciar una planta para su valorización en Chile, lo que resultaría en la valorización en el exterior, especialmente para residuos de aparatos eléctricos y electrónicos y para pilas”. Respecto de este planteamiento, Andrea Cino menciona que la complejidad dependería, principalmente, de la logística inversa (logística de recuperación) y de la industria de reutilización/reciclaje para cada material. “En el caso de la logística hay materiales que son más fáciles de recolectar que otros. Por ejemplo, cuando se cambian los neumáticos de un auto, normalmente se reemplazan en un taller; entonces, quien vende los nuevos neumáticos puede recuperar fácilmente los antiguos. En cambio, cuando uno compra una bebida, el envase se aleja del lugar de compra y se dispone en un lugar distinto, lo que complejiza que la botella regrese a manos del productor o sistema de gestión”, argumenta. Por otro lado, en la logística inversa también se debe considerar la distribución geográfica del producto y la infraestructura para la gestión del mismo. La profesional explica que un ejemplo es el vidrio, que es uno de los materiales más reciclados dentro de los envases y embalajes (el 53% del vidrio de envases y embalajes se recicla). Las botellas de vidrio se distribuyen a lo largo del país, no obstante, la industria del reciclaje de este material se encuentra solo en la zona centro-sur (78% de las empresas de reciclaje y acopio están entre la RM y la X región). Si hubiese metas regionales, el costo de la logística de este material -comparado a otros con industria de reciclaje más repartida- podría ser mucho mayor.
FUENTE: HSEC Magazine